DICIEMBRE 2024: EL MES CLAVE PARA 2025

“Lo que no empezaste a hacer antes de diciembre, mejor dejalo para marzo.” GRAVE ERROR, fuente de postergaciones y fracasos.

“Lo vemos en marzo” es pariente de las otras célebres frases: “mañana será otro día”, o “el lunes empiezo”.
Diciembre es un mes engañoso (en el hemisferio sur, claro; en el hemisferio norte el engañoso es junio). Estamos a un paso de los recesos escolares, judiciales y administrativos, que, junto con las fiestas religiosas, abren paso a vacaciones en todo el universo laboral. Cunde un anhelo de descanso. Hay brindis, fiestas escolares, evaluaciones de trabajo, y deseos más o menos vagos referidos a los próximos doce meses.
Cunde el impulso de bajar los brazos y abandonarse al descanso. El mes de marzo (en el norte, septiembre) se nos aparece como lejano, y tendemos a mandar a ese futuro idealizado nuestros proyectos, pensando que ya nos ocuparemos de ellos en ese entonces y que, mientras tanto, pueden esperar.
Esto sucede en todos los terrenos: preparar exámenes, empezar una dieta, buscar colegio para los chicos, abordar a la mujer o al hombre que nos gusta, y mil proyectos más, quedan desactivados.
Ahora bien: cuando por fin llega, en marzo, el día en que hemos decidido agarrar al toro por las astas, nos encontramos con una sorpresa desagradable. Lo que queríamos lograr en diciembre resulta en marzo todavía más difícil. Estamos aún más trabados. Surgen dificultades, producimos errores que hubieran podido evitarse, el tiempo huye, y nuestros proyectos corren peligro de postergarse sin fin.
¿Qué sucedió?
Reconstruyamos el proceso psicológico que nos tendió la trampa. Planteemos un ejemplo.
Tamara, de 53 años, decide independizarse económicamente de su marido, con quien se lleva mal. Hasta ahora ha sido madre y ama de casa, y, con mucho esfuerzo, ha logrado terminar la carrera de enfermería. Este diciembre, ha encarado por primera vez la búsqueda de trabajo, ya sea por su cuenta, ya en una institución.
Pero inmediatamente la asaltan dudas: la gente se va de vacaciones, sus hijos la necesitarán para que les cuide a los nietos, las personas y lugares donde busque trabajo tendrán la cabeza embotada por el cansancio y la fiaca, hay que cocinar para Navidad y Año Nuevo…
En el fondo, luchan en Tamara dos deseos contradictorios. Por un lado, el deseo de independencia económica, de cambio. Por otro, el deseo de recostarse en el statu quo, de dejar todo como está; total: será una esclava de su marido y una enfermera frustrada, pero tendrá el billete diario que su marido tire sobre la mesa de luz, y no necesitará arriesgarse a construir una vida propia.
Si Tamara se achica y renuncia al esfuerzo, corre peligro de descuidar dos hechos importantes: 1) La enfermedad no tiene vacaciones, y tampoco la necesidad de cuidados que una enfermera puede proporcionar. 2) Las personas o instituciones que toman vacaciones en enero van a estar felices si pueden solucionar antes, en diciembre, la necesidad de la enfermera que necesitarán a la vuelta.
Si Tamara espera a marzo, sólo conseguirá aumentar su angustia, su dependencia y su falta de vida propia. Si emprende la búsqueda en diciembre, en el peor de los casos habrá hecho un entrenamiento que le permitirá operar mejor en marzo; y lo más probable es que pueda empezar a solucionar su problema desde ya.
Pensemos en diciembre de 2024 como si fuera marzo de 2025, y acertaremos.

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