Universidad pública gratuita: posible y necesaria

La lucha entre poderosos ensucia la polémica sobre la universidad pública y gratuita. No escribo este texto para apoyar a ninguno de los energúmenos que juegan a atacarla o defenderla. Escribo porque la Universidad es un bien de los argentinos, que no hay que perder.

Hemos visto cómo ciertos grupos de poder, opuestos al gobierno, fogonearon un proyecto de ley sobre financiamiento de la Universidad, no porque ella les preocupara mayormente, sino para que al gobierno le fuera mal con el déficit fiscal y la inflación. En respuesta, el gobierno vetó el proyecto, no porque tuviera una política mejor para las Universidades, sino simplemente para quitarse a la oposición de encima. Los estudiantes y profesores salieron a la calle a pedir el sostén de la Universidad. Pero los personajes de la oposición trataron de infiltrarse, para que pareciera una marcha contra el gobierno.
En resumen: no hay políticos, ni sindicalistas ni empresarios ni entidades ni personas públicas de ningún otro tipo, que defiendan genuinamente la existencia de la Universidad.
La Universidad pública y gratuita está herida y amenazada de muerte.
Y sin embargo, debemos afirmar una verdad indiscutible: tener Universidades públicas y gratuitas ES POSIBLE.
Todo el que venga con que no hay dinero para hacerlo, lo dice o por ignorancia o por conveniencia. Hay partidas en el presupuesto nacional que pueden ser usadas para la Universidad, en vez de alimentar organismos y organigramas inútiles, sueldos astronómicos, negocios y lujos de funcionarios. Hay exenciones impositivas que esconden pactos inconfesables con actores políticos; esos impuestos que no se pagan deben financiar las Universidades.
Hay dinero, sí. Lo que no hay es ganas de que la ciudadanía soberana sea culta; es decir, lúcida y libre.
La Universidad pública y gratuita es posible, además, porque de hecho existe, y con mucho éxito. Y porque la partida presupuestaria que se ahorraría con su supresión es una porción no significativa del PBI: entre el 1 y el 2%. Las cuentas públicas no sufren con la Universidad sino con el gasto demagógico y las apropiaciones indebidas que vienen haciendo nuestros sucesivos gobiernos.
Segunda afirmación: la Universidad pública y gratuita ES NECESARIA.
Por mil razones. Digamos algunas.
Las personas más capaces, productivas y creativas, no son necesariamente las personas más ricas. La Universidad debe dar la oportunidad, al ciudadano capaz e inquieto, de progresar, sin cargo, en conocimiento y en saber práctico. En términos económicos, eso optimiza la inversión en educación y cultiva los recursos humanos del país.
Pero además, la educación es un derecho de todos, como la salud, la alimentación, la vivienda o el trabajo. Así como no se trata de dar aspirinas a los pobres y antibióticos a los ricos; así como una olla popular debe tener tantas proteínas como un banquete; así como debe haber electricidad y agua corriente en todas las viviendas; así también debe darse a todos el acceso a todos los niveles educativos.
La Universidad pública y gratuita es también una muralla de contención contra el autoritarismo. Los grupos de poder actúan con más facilidad en Universidades privadas y pagas, porque seleccionan su público y lo forman de acuerdo con la ideología de sus directivos. En la Universidad pública y gratuita eso también es posible, pero mucho más difícil, por la amplitud, movilidad y diversidad del profesorado y del alumnado.
Si vamos por el progreso, la creación de conocimiento, la promoción integral de los ciudadanos y la defensa de la democracia, la Universidad pública y gratuita es nuestro baluarte.

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