“Lo que no empezaste a hacer antes de diciembre, mejor dejalo para marzo.” GRAVE ERROR, fuente de postergaciones y fracasos.
La situación económica de un paciente está íntimamente relacionada con su situación psíquica. El dinero y la energía psíquica son fuerzas móviles que pueden tanto chocar como hacer alianza.
Cuando tenemos un éxito económico nos dan ganas de ¿Es nemirarnos al espejo y decirnos, con toda razón: “La verdad: ¡qué bien estuviste!, ¡y qué bien estás!” Es decir, un auténtico logro económico incrementa el amor (el asombro, la sorpresa alegre, la admiración) que sentimos por nosotros mismos. Y, en verdad, es sano y bueno que nos queramos. Ese amor por nosotros mismos (que en psicología se llama “narcisismo”) es necesario. Por supuesto: si es excesivo, el amor narcisista nos hace fracasar: nunca haremos buenos negocios si vivimos frente al espejo y rehusamos aprender de nuestros clientes y de nuestra competencia.
Sin embargo, en la práctica terapéutica, no he encontrado generalmente narcisismo excesivo, sino lo contrario: pacientes que, cuando tocan el terreno económico, dejan ver un narcisismo débil, o reprimido.
¿Cómo ataca ese déficit de autoestima en el trabajo y los negocios?
Les presento dos casos. Verán cómo se aplican a personas e historias conocidas.
Primer caso. Muchas personas poseen cualidades y calificación para un trabajo, una profesión o un tipo de negocio, que, además les gusta. Pero no se animan siquiera a encararlo. ¿Por qué razón? No se sienten capaces. Creen que, si lo emprenden, todo el mundo se “dará cuenta” de su supuesta inutilidad y los considerará impostores, mentirosos, o, como decimos en Argentina, “truchos”.
El trabajo terapéutico correspondiente consiste en buscar los motivos inconscientes del trastorno en esa historia particular, y lograr que el paciente vaya acercándose y apropiándose de la actividad en cuestión, buscando, probando, equivocándose, tolerando que sus logros sean parciales y graduales, hasta que su capacidad real pueda salir a la superficie. Abandonadas a su trastorno, estas personas pueden terminar conformándose con un trabajo mecánico o mal pagado, o viviendo de subsidios y limosnas; en las escalas económicas más altas, encontraremos ejecutivos que, en vez de aprender, encargan su trabajo a sus subordinados, y viven angustiados haciendo teatro, para retrasar el día en que el fracaso en el negocio los expulse.
Segundo caso. Existen personas que sí pueden percibir que son capaces, que tienen algo valioso para ofrecer. Lo que los paraliza de miedo es otra situación clave. Para ganar dinero no basta con producir: se necesita, inevitablemente, vender. Si queremos convertir una cosa en dinero, tendremos que mostrarla, hablar sobre ella y pedir un precio. Buscar trabajo en una organización también implica venderse. Y no se puede trabajar por cuenta propia (ser plomero, consultor financiero, astrólogo, creativo publicitario, músico, programador…) sin hacer publicidad de sí mismo.
Pues bien: hay personas que no pueden vender ni venderse; quedan limitadas a los quehaceres domésticos, y a ajustarse infinitamente el cinturón. En un nivel menos extremo, existen quienes pueden venderse, pero tienen dificultades para cobrar: se dejan explotar, o no se animan a pedir el dinero que corresponde a lo que dan.
El trabajo psicológico se centra en este caso que el paciente se anime a explorar las posibilidades de pago del comprador, en comparación con los precios del mercado; pero, sobre todo, que se atreva a descubrir por qué percibe a su “comprador” como a un amo, y no como a un semejante, que, simplemente, necesita algo.
Hay muchos más casos.
He elegido los dos anteriores porque tienen que ver sobre todo con la vida cotidiana y la microeconomía. En efecto: gracias a la Psicología, se pueden utilizar las herramientas de la Economía del Comportamiento no sólo para el lucro, sino también para la salud y la felicidad.
“Lo que no empezaste a hacer antes de diciembre, mejor dejalo para marzo.” GRAVE ERROR, fuente de postergaciones y fracasos.
La lucha entre poderosos ensucia la polémica sobre la universidad pública y gratuita. No escribo este texto para apoyar a ninguno de los energúmenos que juegan a atacarla o defenderla. Escribo porque la Universidad es un bien de los argentinos, que no hay que perder.
Los líderes políticos, por encumbrados y adulados que sean —desde el intendente de un pueblito hasta personajes tales como Milei, Putin, Trump, Xinping, Orban, Jamenei o Díaz Canel—, son seres humanos. Necesitan de un médico clínico, y también de un psicólogo.
Fijo: +54 11 4774-7163
Móvil: +549 11 4578-6524
Arce 243, 11º C
CP 1426, Ciudad de Buenos Aires
Argentina